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Macau | |
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Macao[2] (en chino tradicional, 澳門; en chino simplificado, 澳门), oficialmente Región Administrativa Especial de Macao de la República Popular China (en chino tradicional, 中華人民共和國澳門特別行政區; en chino simplificado, 中华人民共和国澳门特别行政区; pinyin, Zhōnghuá Rénmín Gònghéguó Àomén Tèbié Xíngzhèngqū; Yale cantonés, Jūng'wàh Yàhnmàhn Guhng'wòhgwok Oumún Dahkbiht Hàhngjingkēui; en portugués, Região Administrativa Especial de Macau), es una de las dos regiones administrativas especiales que, junto con las veintidós provincias, cinco regiones autónomas y cuatro municipios, conforman a la República Popular China. Se encuentra junto a la provincia de Cantón, a 70 km al suroeste de Hong Kong, en el lado meridional del delta del río de las Perlas, y a 145 km de la ciudad de Cantón. Con una población estimada de alrededor de 647 700 habitantes en una superficie de 28,2 km²,[1] es la región más densamente poblada del mundo.
Macao fue administrada por el Imperio portugués y sus estados herederos desde mediados del siglo XVI hasta finales de 1999, cuando fue la última colonia europea en Asia.[3][4] Los comerciantes portugueses se establecieron por primera vez en Macao en la década de 1550. En 1557, Macao fue alquilado a Portugal por la China de los Ming como puerto comercial. El Imperio portugués administró la ciudad bajo autoridad y soberanía china hasta 1887, cuando Macao, a través de un acuerdo mutuo entre los dos países, se convirtió en una colonia.
San Pedro | |
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Simón Pedro (Betsaida, finales del siglo I a. C.-Roma, c. 67 d. C.), conocido también como san Pedro, Cefas o simplemente Pedro, fue, de acuerdo con múltiples pasajes neotestamentarios, uno de los discípulos más destacados de Jesús de Nazaret. Su nombre de nacimiento era Simón bar-Jona[5] y era pescador de oficio en el mar de Galilea. Por su seguimiento de Jesús de Nazaret, se constituyó en el apóstol más conocido y citado del Nuevo Testamento en general y de los cuatro evangelios canónicos y los Hechos de los Apóstoles en particular, que lo presentan bajo muy variados aspectos. También es citado por Pablo de Tarso en sus Epístolas paulinas, incluyendo la Epístola a los gálatas donde lo refiere como una de las tres columnas de la Iglesia de Jerusalén.[a] Figura de primer orden y de firme valor teológico en razón del ministerio que le confió el propio Jesucristo, es también conocido como el príncipe de los apóstoles.[6] Dado el prestigio del que gozó en la Iglesia primitiva, proliferaron también los «escritos apócrifos» centrados en su figura, como el Evangelio de Pedro, el Apocalipsis de Pedro, los Hechos de Pedro, los Hechos de Pedro y Pablo, entre otros.[6]
La Iglesia católica lo identifica a través de la sucesión apostólica como el primer papa, basándose, entre otros argumentos, en las palabras que le dirigió Jesús: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo» (Mateo 16, 18-19).